ESE JESÚS DE NAZARET
11-05-2016
Vino al mundo a explicarnos las escrituras del Antiguo
testamento, pero por lo que veo, seguimos sin comprenderlas, o bien, no le
hacemos caso. Él hablaba claramente y sin tapujos, pero ni aún así.
Su fundamento es el amor al prójimo como a sí mismo y de la
forma que Él lo hizo con nosotros. Hasta entregar la vida, si fuese necesario,
por el prójimo.
Un mandamiento nuevo os doy:”Que os améis los unos a los otros, como yo os he amado”. En
esto está toda la Ley y los profetas. Es fácil decirlo, pero no cumplirlo y hasta
el más valiente no es capaz de hacerlo. Es paradójico que no seamos capaces de
amar a nuestros hermanos. Basta con considerarlos como nosotros mismos. Yo,
desde mi pequeñez, y en mis escritos, trato de acercaros a la voluntad de
Jesús, que es la del Señor nuestro Dios. Basta con dar un poco de limosna,
saludar a la gente, ayudar a los más desvalidos y quererse como hermanos.
Jesús fue un hombre y venció al mundo. Nosotros también
podemos hacerlo, si ponemos un poco de empeño. La única cosa que nos diferencia
de Él, es que nació de madre humana, pero lo que dejó embarazada a María,
procedía del Espíritu Santo.
Serás guiado por ángeles, para que tu pié no tropiece con
piedra alguna. Y así fue, guió a su pueblo sin meterse en ninguna reyerta.
Curaba a los enfermos, daba de comer a los hambrientos. Cosa que no hacemos hoy
en día.
Hacía milagros y vosotros os preguntareis:¿Dónde están los
milagros hoy en día? Pues los hay y muchos, lo que pasa es que nuestro corazón
se ha endurecido, de forma tal, que no es capaz de verlos.
Mirad un poco la vida y veréis esos milagros que, día a día, acontecen
y pasan desapercibidos.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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