LOS NIÑOS
12-05-2016
Los niños son esas dulces criaturas que el Cielo no regala
para ser continuadores nuestros. De ellos debemos aprender y cuidarlos, como si
de oro se tratase. Ellos van a lo suyo, sus juegos, su colegio, sus papis. No
son interesados como los mayores, con cualquier cosa se conforman y no tienen
nada en contra de nadie. Si los saludas, te contestan con esa dulce voz que
tienen.
Vienen al mundo por deseo de sus padres y a sucedernos en
este mundo, que no es precisamente bueno, pero ellos si lo son y serán capaces
de cambiarlo, generación tras generación hasta el fin del mundo.
Con un juguetito se conforman y viven felices, sin meterse
con nadie. Ellos son los reyes de la casa y el encanto de sus padres, que los
miran con ternura, como solo ellos se merecen.
Van creciendo, poco a poco, y se vuelven un poco rebeldes,
pero no porque sean malos, sino porque el mundo les trata mal y les enseña eso.
Son una dulzura y vale la pena tenerlos. Son cariñosos, amables, simpáticos y
un sinfín de cosas buenas que los hace ser queridos por los mayores, día a día
hasta que se hacen grandes.
Su único deseo es jugar y aprender cosas de los mayores,
crecer para ser importantes y hacer grandes proyectos, que pronto se
convertirán en realidad. Sin ellos el mundo no sería mundo.
Es admirable la capacidad que tienen para aprender cosas para
divertirse y jugar con cualquier cosa. Su mundo es diferente al de los mayores.
Ellos no tienen rencor por nada, perdonan sin medida, lo que le podamos hacer.
Rien constantemente y de cualquier cosa. Nos divierten con sus cosas y nos
hacen la vida un poco más agradable. Su ley es la luz del mundo y su deseo,
cambiarlo, para hacerlo un poco mejor. Sus travesuras nos hacen aprender, que
debemos perdonar y girar alrededor de ellos, que tan pequeños, tienen mucho que
enseñarnos.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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