jueves, 1 de septiembre de 2016

21-08-2016                              LOS INMIGRANTES
Son esas personas que abandonan su país, su familia y gastan todos los ahorros suyos y de sus familias, ya que en sus países viven mal: sufren hambres, guerras e incluso no tienen agua potable y ningunos medios, que si tenemos en el primer mundo. Arriesgan sus vidas viajando en pateras, hacinados y con un futuro incierto.
Los que no muren ahogados en el intento, vienen buscando una vida mejor. Se encuentran con los medios de salvamento, que muchas veces, después de atenderlos, curarlos, darle ropa y medicinas, los devuelven a sus países de origen. Acaba así su sueño. Los que consiguen “entrar”, se encuentran indocumentados y con pocas posibilidades de incorporarse a esta sociedad, de la que nos quejamos y para ellos es un semi-paraiso.
Algunos consiguen su documentación (DNI, cartilla del paro y del médico), pero son los menos. Todavía menos, son los que consiguen un empleo, las más de las veces precario y un hogar, en alquiler y reinsertarse en esta sociedad, injusta y poco solidaria.
Hay quien dice que nos quitan lo que, supuestamente, es nuestro, pero la realidad es que trabajan en lo que nosotros no queremos, por cuatro chavos. En realidad nos hacen un servicio a nosotros.
Hay también inmigrantes “legales”, que vienen con su documentación y algún dinero, con el que consiguen montar un negocio y viven medianamente bien, estos son, dentro del mundo de la inmigración, unos privilegiados.
No deberíamos mirar con malos ojos a estas personas, que son seres humanos como nosotros y salen de sus países, arriesgando sus vidas, a buscar trabajo.
No nos olvidemos a  nuestros compatriotas, que en sus tiempos emigraron a Alemania, en tiempos difíciles, ni los que van a la vendimia a Francia, ni tampoco los que en nuestros días se van a trabajar a otros países. ¿Verdad que nos gustaría que nos acogiesen bien en estos países?

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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